La esponja, objeto de limpieza de platos y otros utensilios de la cocina, puede pasar de ser el gran aliado de la higiene a convertirse en uno de los principales enemigos si no se usa de forma adecuada. La humedad y las microgrietas que se forman en las esponjas hacen que sean un hogar acogedor para bacterias patógenas difíciles de eliminar. E.coli, Salmonella y Campylobacter son las principales amenazas de las esponjas, que pueden sobrevivir hasta dos semanas si está húmeda.
Fregar platos con una esponja contaminada puede ser sinónimo de diseminación de patógenos entre distintos utensilios. Pero hay fórmulas para que esto no suceda –>
Varias pruebas para eliminar las bacterias de las esponjas arrojaron que calentar la esponja en el microondas por 2 minutos puede reducir en un 99,9% las bacterias, resultado similar al del lavavajillas. En cuanto a la eliminacion del moho, pruebas en las cuales se remojaban las esponjas en limon mantuvieran vivas a las bacterias de un 6,7% a un 63%.
La conclusión: La esponja debe aclararse con agua limpia y calentarse en el microondas durante dos minutos a la máxima temperatura. La esponja no debe secarse dentro del microondas (pero si debe mantenerse seca mientras no se usa) y se debe enfriar antes de usarla.
Otros consejos útiles para un uso seguro de la esponja son:
1 – Limpiarla con frecuencia.
2 – Utilizar un sistema de rotación con dos esponjas. Tener una limpia, seca y lista para usar, mientras se lava la otra.
3 – Retirar los restos de partículas de comida que puedan haber quedado adheridos.
4 – Mantener la esponja seca, cuando no se use.
5 – Limpiar la grasa de aves de corral o de carnes con papel de cocina desechable en lugar de usar la esponja.
LIMPIAR Y DESINFECTAR:
La limpieza y la desinfección no son lo mismo. Con la primera se eliminan los gérmenes de las superficies y la segunda los destruye. Limpiar con agua y jabón permite eliminar la suciedad y la mayoría de gérmenes. Sin embargo, en ocasiones es necesario un nivel más de protección contra patógenos, es decir, es necesario desinfectar.
La fórmula más eficaz para detener la propagación de gérmenes es la limpieza y la desinfección de forma regular de las superficies de la cocina y de lugares a los cuales no se presta mucha atención, como la puerta de la nevera, de los armarios o los grifos. Estas zonas son las más olvidadas, pero no por ello menos importantes desde el punto de vista del riesgo microbiológico.